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¿Qué está pasando?

BÁRBARO BARBA, Filósofo || Ilustración: GISELLE MAJANO

Hace falta evaluar al mundo con templanza. Aunque las circunstancias del encierro sean opresivas y la ansiedad esté rozando límites extremos, hay que encontrar la serenidad necesaria y tomarse unos minutos para recordar qué ha estado pasando e imaginar qué podría pasar.

Comencemos con lo que ha estado pasando en el último año y medio en un brevísimo panorama.

Los chinos llegaron al lado oscuro de la Luna. En Venezuela Juan Guaidó se autoproclamó “presidente encargado”, pero Maduro se sobrepuso a la situación. La humanidad le tomó una foto a un agujero negro. Los chalecos amarillos continúan sus protestas en Francia. La serie Juego de Tronos llegó a su último episodio. Se da un rebrote del Ébola en el Congo mientras el país está en guerra. Comienza el mandato de un nuevo presidente en El Salvador, un país atrapado en una espiral de violencia. Inician protestas en Hong Kong. Estados Unidos abandona el acuerdo para la eliminación de misiles nucleares de medio y corto alcance firmado con Rusia en 1987. En Brasil están quemando la Amazonia con descaro. Manifestaciones y protestas en Argelia, Sudán, Líbano, Irán, Irák, Egipto, Catalunya, Haití, Honduras, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile. Sanna Martin en Finlandia, a sus 34 años, se convierte en la primera ministra más joven del mundo. Olas de desplazados inundan las fronteras de Europa que decide poner el telescopio espacial Cheops en órbita para ver más allá del sistema solar. En Wuhan se destapa tarde una pandemia: covid-19.

Y feliz año nuevo: 2020. Se expande el virus por el mundo y se instaura la cuarentena en la mayor parte de países infectados. Las medidas de confinamiento en varios casos son tomadas como abusos de poder del Estado. El teletrabajo se convierte en la solución para muchísimas empresas, pero incrementa el desempleo. Italia, España, Estados Unidos, México y Brasil se convierten en epicentros de la pandemia, con un margen de un par de meses de distancia. Las terapéuticas cubanas resultan ser eficientes en el tratamiento de la pandemia y médicos de la isla viajan a Wuhan y a Milán para dar apoyo humanitario. Los precios del petróleo sufren un desplome y la Naturaleza tiene un breve respiro, aunque el agujero de la capa de ozono sigue abriendo su brecha y derritiendo los polos y generando catástrofes naturales con altos costos humanos. En Estados Unidos se alzan protestas y manifestaciones por el respeto a los derechos civiles a propósito del asesinato injustificado de George Floyd. Se reactiva el descontento de la sociedad posmoderna y cosmopolita que se entera de todo con tan solo ver una pantalla.

Lo que ha estado pasando puede verse en videos, tweets y fotografías de la catástrofe que vive el mundo. En vivo y en directo.

La información llega rápido, el problema no es ese si no la capacidad humana para decodificarla.

Hay gobernantes que deciden confiar en algoritmos que procesan bigdata y así orientan su accionar político: se optimiza la ingeniería social sobre la conciencia y la memoria colectivas y por tanto se tornan aún más opresivas las dinámicas coercitivas del Estado.

Miedo, hambre y descontento es lo que está pasando y es lo que había estado pasando desde antes de la pandemia, solo que de un modo más discreto, quizás más hipócrita o ilusorio.

Y frente a la sucesión de hechos es posible imaginar qué puede pasar en tres escenarios distintos.

El primero y más optimista es ese en el que la humanidad llega a un acuerdo de repartición de recursos no en función de la acumulación histórica, sino en función de las necesidades de cada región para poder garantizar el nivel de vida óptimo para cada ser humano de este planeta y darles fin así a todas las guerras y enfocarnos como especie a descifrar el sentido de la vida y hacer algo al respecto.

El segundo escenario está en un punto intermedio, sin duda no habrá paz en el mundo y las crisis políticas irán en incremento, generando presión en los gobernantes que tendrán que ceder a las exigencias sociales por un mundo más limpio y cuyo sentido que involucre a todos los seres que habitan la biósfera, la presión política dará paso a un par de década de adaptación que seguirán teniendo impacto en la destrucción desacelerada del planeta, pero al menos se habrá dado el viraje en la dirección opuesta al suicidio colectivo.

Y el tercer escenario es el más oscuro, porque sucederá que los gobiernos autoritarios y los magnates seguirán derrapando los recursos naturales y buscando expandirse a otros planetas sin importar el costo, las guerras posmodernas de baja intensidad se recrudecerán y darán paso a una nueva guerra mundial que aniquilará al 70% de la población. Los ataques biológicos y la xenofobia llegarán a índices nunca antes vistos. El calentamiento global acelerará su impacto y vivir en la Tierra por fin será igual que habitar el Apocalipsis.

Bueno, ya sabemos qué es lo que está pasando y qué podría pasar: son tres rutas posibles, nuestras acciones determinan cuál será la predominante.

 

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