Bitácora electoral 41

EQUIPO DE INVESTIGACIÓN CENTROAMERICANA

 

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Nadie debería llamarse a engaños e imaginar que después del 28 de febrero las cosas para el país irán a mejor. Los diputados del partido político que ya se está considerando el ganador, y lo más seguro es que lo sea, lo sugiere.

     La emergencia sanitaria ha puesto el país patas arriba y se atiende solo ‘la emergencia’, y en lugar de adoptar una perspectiva de largo plazo para repensar el pedazo de tierra que constituye El Salvador, se está apostando al corto plazo, a la improvisación y al remiendo.

     De no ponerse en el centro de las preocupaciones los graves desequilibrios estructurales, que es donde se asienta el funcionamiento de esta sociedad, nada podrá prosperar. Sin recapitulaciones, sin análisis sobrios y de fondo y sin prospectivas varias será imposible avanzar en la enredada maraña presente.

    

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En muchos ámbitos el empantanamiento y el rezago será grave, a propósito de los últimos doce meses de emergencia sanitaria. Y en Educación, que debería ser una apuesta estratégica reforzada, la situación es y será muy complicada. Y en el sector público, que ya estaba quebrantado, pues las cosas no pintan nada bien. Y dentro del sector público, las escuelas de educación especial, las llamadas uni-docentes y bi-docentes (ubicadas sobre todo en la franja norte del país, la misma de la carretera Longitudinal del Norte) y las parvularias en general vegetarán y podrían sucumbir. Ni los funcionarios de los últimos cinco o seis gobiernos, por lo menos, ni mucho menos los actuales, tienen conciencia de las dificultades del sistema educativo nacional. Ni lo conocen. Van a dos o tres lugares y hablan como que si hubiesen hecho una maratónica jornada de reconocimiento y evaluación. Hay ministros y viceministros y directores nacionales que jamás recorrieron ni recorren con genuino interés cívico el tejido socioeducativo nacional. Les da lo mismo o creen que es lo mismo lo que pasa en Metapán que lo que acontece en Santa Cruz Michapa o en Jucuarán o en Tapalhuaca o en San Jorge o en Intipucá, y tantos lugares. Diputados van y diputados vienen y no saben qué pueden hacer desde la Asamblea Legislativa para que el sistema educativo nacional sea dinámico, vigoroso y creativo. La realidad camina por un lado y los discursos y la política por otro muy distinto. Las actuales autoridades del Ministerio de Educación no lo saben o no se han dado cuenta, o se engañan a conveniencia, pero se están mordiendo la cola. Arrastran un pesado personal administrativo atrapado en la burocracia y en la inacción y, de hecho, de espaldas al sistema educativo, donde por años nunca han puesto un pie. Son más de 5100 centros educativos en todo el país y están dando palos de ciego. Van para allá, van para acá, pero no logran reaccionar frente a la situación de emergencia educativa.

     Este es el momento de repensarlo todo en materia educativa, pero quienes dirigen y deciden no captan que la nave que conducen está abollada. Son muchos los aspectos a considerar, pero señalar algunos cruciales quizá ayude a ver más claro: propuesta pedagógica, bibliotecas, arborización, recursos tecnológicos, profesorado, infraestructura (piso, techos, sistema eléctrico, ventanas, servicios sanitarios, tanques de agua, muros perimetrales, canchas). Y se carece de una matriz de todo esto, ¡después de tantos años!

     Las fotos para el recuerdo que funcionarios e invitados se toman son de los lugares de reciente rehabilitación o construcción (Fomilenio II, por ejemplo), pero son un porcentaje reducido del universo educativo nacional.

     Se habló antes y se habla hoy de un incremento en la asignación presupuestaria para Educación, pero si se analizara con cuidado y responsabilidad la ejecución de ese presupuesto, podría verse con facilidad que los cerca de 5100 centros educativos públicos no son la prioridad. Se gasta en muchas cosas, pero se invierte poco en infraestructura y en los múltiples talentos del estudiantado. Y para esto basta observar la ruina en la que se ha convertido la educación musical y la artística, así como la educación física.

 

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Los salvadoreños se han acostumbrado a ya no tratar de resolver nada aquí. El ausentismo electoral es indicador de esto, y los partidos políticos prefieren no hablar de eso. El intenso flujo migratorio hacia los Estados Unidos, sobre todo, también está diciendo que aquí es por gusto, todo se lo roban, todo lo ofrecen y nada cumplen, todos los recursos los dilapidan. Las persistentes y variadas prácticas delincuenciales que controlan franjas, segmentos, corredores rurales y urbanos señalan que El Salvador se encuentra postrado.

     Por eso es que las elecciones, las anteriores, estas y las que siguen servirán para que X o Y lleguen a posiciones y hagan y deshagan con los esquilmados recursos del Estado, pero no podrán torcer el equívoco camino que este país lleva. Se necesita de una gran reformulación económica-política-ambiental, pero a los señores de la política esto no parece importarles, y se van por la diatriba, por los fuegos artificiales y por la desmemoria.

          

13-2-2021

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