Bitácora electoral 30

EQUIPO DE INVESTIGACIÓN CENTROAMERICANA

 

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Las elecciones de 2021 han mostrado cómo el presidente, los alcaldes, los diputados y quienes aspiran a serlo desde sus candidaturas han adherido a sus líneas discursivas cualquier escándalo del momento.

La muerte de los simpatizantes del FMLN ha sido usada como trompo jugando a los ‘calasos’ con la atención mediática de la ciudadania.

Hay quienes manifiestan que fue el mismo FMLN el autor del crimen, otras personas señalan al presidente y sus seguidores como los responsables y hay otra gente a quien no le importa lo que pasó ni cómo pasó ni quién hizo que pasara, estos últimos solo se adscriben al trending topic de Twitter #NoAlDiscursoDeOdio y generan debates estériles, sobre todo, propiciados por candidatos y candidatas que ya no saben cómo entrar en la dinámica electoral y conseguir votos cuando quedan menos de treinta días para los comicios.

 

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Sucede que cada partido o líder político se inventa una narrativa con la que los simpatizantes y militantes se sientan a gusto y así dar respaldo. El asunto es que, sin importar lo que cada quien diga sobre el crimen hacia personas del FMLN, hay hechos concretos y vinculaciones explícitas, además de evidencia a través de cámaras de videovigilancia que niegan algunas versiones de los hechos.

Lo peligroso de la explotación mediática de un crimen político es que se desvirtúe la circunstancia y se olvide la acción cometida, todo por estar buscando a quien culpar para hundir en las elecciones del 28 de febrero.

Las distintas narrativas se debaten la veracidad de los hechos y su prestigio moral. Sin embargo, no hay beneficios electorales en la muerte, solo costos políticos y consecuencias negativas. Una candidata o candidato podría llamar a la cordura y a la serenidad para aquietar el ruido, pero no parece haber nadie con la templanza necesaria ni con la solvencia moral para hacerlo.

 

2-2-2021

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