Bitácora electoral 3

EQUIPO DE INVESTIGACIÓN CENTROAMERICANA

 

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Nuevas Ideas también, como GANA (que se desprendió de ARENA), tiene uno de sus filones originarios principales en uno de los grandes partidos políticos de la posguerra, el FMLN. Pero no fue una escisión sino una suerte de implosión del respaldo electoral con el que contaba. Y es que el empuje de Nuevas Ideas solo se explica por la inmensa y contundente decepción que comportaron los diez años de gobiernos frentistas. A eso se le ha aderezado el marketing político confrontativo y el manejo efectivo de la descalificación de personas e instituciones y ahí está, enhiesto, el partido Nuevas Ideas. Esto es: no viene de la ‘nada’. Ese barco que navega bajo esa bandera y que ahora tiene tripulación variopinta (¡tránsfugas de todos los rumbos!) es la expresión de una iniciativa que ha sabido capitalizar el descrédito general del sistema de partidos y ha logrado construir un efectivo aparato de comunicación política que ha puesto contra las cuerdas al resto de partidos políticos.

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Sin embargo, Nuevas Ideas, en su práctica diaria opera como lo hicieron los cuatro partidos que han gobernado El Salvador desde 1962 (PCN, PDC, ARENA y FMLN), es decir, se aprovecha de los recursos públicos para apuntalar su accionar.  Y quizá, para su escarnio, a lo que más se parece es al PCN.

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El 28 de febrero de 2021 Nuevas Ideas (y GANA, que sacará ‘terminación’ en el asunto) cerrará con vigoroso candado lo que inició en 2019, es decir, el desplazamiento de los dos grandes partidos políticos del aparato gubernamental, y que ahora dicho desplazamiento lo ampliará a la Asamblea Legislativa y a los concejos municipales. Es un hito, sin duda, y hasta una hazaña política el ascenso meteórico de Nuevas Ideas. El problema es que siempre, en estos casos, los forjadores y los hacedores principales de tales tentativas ‘pierden la cabeza’ y la subjetividad los abrasa, al punto que en algún momento comienzan a ver diablitos fucsia o naranja bailándoles el cha-cha-cha del tren. Porque un asunto es un cambio de gobierno y otro muy distinto un proceso de recomposición sociopolítica. Lo que ha habido a partir de junio de 2019 es solo un cambio de gobierno. Distinto a los anteriores en su verbo y en algunas acciones, sí. Pero no hay nada más. Es una peligrosa alucinación hablar de las transformaciones ocurridas desde junio de 2019, por una sencilla razón: no se trata de una promesa, no es una aspiración, es que insinuar que hay algún tipo de transformación es solo un insumo para el marketing político.

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Vistas las cosas con mesura, el sistema político salvadoreño aún no se ha roto; es el sistema de partidos el que ha hecho aguas. Pero se trata de dos dimensiones diferentes. Decir que una sola persona ha sido capaz de tal ¿proeza?, es desconocer la dinámica de los procesos sociales y sobredimensionar el papel de los individuos concretos.

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Si bien es cierto todo partido político siempre aspira a alcanzar, en los procesos electorales, una cierta mayoría con respecto a sus adversarios, la tentación de alcanzar ‘mayorías absolutas’ (como es a lo que aspira Nuevas Ideas el 28 de febrero en la Asamblea Legislativa) no resulta con frecuencia un propósito sensato. Y confundir esto con la noción de gobernabilidad, solo lleva a pensar que el pluralismo político no pareciera ser un invitado agradable.

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‘Hacer historia’, ‘oportunidad histórica’ son expresiones usuales bajo la viñeta cian, empero, lo cierto es que se está haciendo un uso pedestre del vocablo ‘historia’, al tratar de encumbrar hechos simples en pedestales artificiales de corta duración. Si el trabuco Nuevas Ideas + GANA (es difícil incluir en esto a Cambio Democrático, porque se trata ahora de un ente espectral) obtiene mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa, pues es seguro que tendrán lugar fisuras en el sistema político. Y por lo que ya se vio desde junio de 2019, la sociedad salvadoreña podría experimentar tensiones sociales quizás innecesarias. Porque el ‘ganarlo todo’ puede hacer creer que se tiene todo. Y no es así. El Estado es solo uno de los ámbitos de poder a considerar. De ahí que, lo que pudiera estarse incubando no es el camino de salida para algunos de los problemas fundamentales del país, sino el ingreso a un corredor estrecho de definiciones inciertas.

6-1-2021

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