Bitácora electoral 14

EQUIPO DE INVESTIGACIÓN CENTROAMERICANA

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#ProhibidoOlvidarSV ha sido un hashtag que ha estado rebotando de partido en partido, a propósito del 16 de enero como conmemoración de los Acuerdos de Paz, o como el ‘Día de las Víctimas del Conflicto Armado’, según recién lo renombró el presidente de El Salvador.

Cada quien está contando su versión de los hechos. Lo que cada partido quiere no olvidar es su propia historia, no una historia que podría catalogarse como unificada, general, colectiva u objetiva. Que suceda no es algo necesariamente negativo, es también sano e indispensable para que un conglomerado social pueda llegar a puntos de encuentro y aceptación de errores y culpas, sin embargo, el panorama que se ha abierto es el de la confrontación de narrativas.

Todos tienen la razón y a la vez ninguno, no existe un diálogo ni un intercambio de ideas ni de memoria, más bien parecieran monólogos de estructuras conceptuales rígidas que buscan generar fanatismo en la población que los respalda y, a la larga, conseguir votos.

A pesar de ello, si en algo convergen las personas es en la necesidad de expresar que la guerra de El Salvador sí sucedió y que una afirmación como la que hizo su presidente genera polémica y hace que mucha gente, de diferentes credos políticos, se explayen en redes sociales y usen el mismo hashtag de #ProhibidoOlvidarSV para contar su pasado y ostentar el legado político que cargan sobre sus hombros, demostrando que los Acuerdos de Paz no fueron una farsa, porque de serlo, la consecuencia lógica es que la guerra no se acabó en 1992, solo se readecuaron las trincheras, porque la muerte siguió circulando por el valle de las hamacas y quienes firmaron los Acuerdos no los cumplieron y ya se sabe que vivir en un estado de guerra no es lo mismo que vivir en la paz acordada.

Si se analiza con cuidado, es una narrativa confrontativa que pretende deslegitimar el pasado para instaurar un presente donde ‘hacer historia’ se vuelva un hecho legítimo, aunque hasta el momento ‘hacer historia’ se ha reducido a ganar unas elecciones presidenciales, a intentar tomarse la Asamblea Legislativa o a empezar a construir un hospital, sin embargo eso no es ‘hacer historia’, es dejar precedentes, porque para hacer Historia, en un sentido profundo y en mayúscula, Nuevas Ideas, Nayib Bukele, sus aliados y sus followers deberían profanar los símbolos culturales y los dogmas políticos, mientras generan transformaciones materiales significativas que mejoren las condiciones de vida en el país y que propicien la estabilidad social y se cumpla por fin la paz. Eso significaría hacer la diferencia. Todo lo demás es más de lo mismo: narrativa bélica y grandilocuente que funciona como llamarada de tusa para alterar la temperatura de la campaña electoral y así decantar la balanza.

17-1-2021

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