Manifiesto del presidente de la República, 1932
Nota previa: El conocimiento de un período decisivo para la historia salvadoreña, como fue 1931-1944, pasa también por la lectura cuidadosa del discurso de los actores —fuerzas políticas y personas concretas—, puesto que es en esos textos donde a veces se encuentran claves para comprender dinámicas y procesos que los prejuicios tienden a marginar. [Redacción-KDP]
Conciudadanos:
La República de El Salvador, profundamente agitada por los problemas sociales y la aguda crisis económica, atraviesa por las horas más difíciles de su vida independiente. En los últimos días, el Gobierno se ha visto frente a graves acontecimientos de origen comunista y, con fundamento en las leyes patrias, ha tenido la imprescindible necesidad de sofocarlos con mano fuerte. Pauta del Ejecutivo, encargado de velar por la tranquilidad y bienestar de los salvadoreños, es y será la de reprimir severamente cualquier alteración del orden público y todo acto que ataque la estructura social y los derechos a la propiedad, la libertad y la vida de los habitantes.
El Gobierno hace un llamamiento a la cordura y patriotismo de los ciudadanos a efecto de que, en estas difíciles circunstancias, cada uno, en la esfera de sus actividades, rodee y apoye al Ejecutivo a fin de que la paz no sea alterada. Desea que las diferentes clases sociales amigas del orden sepan responder a este llamamiento, en una forma práctica y decidida, ya que contra ellas se enderezan las actividades del comunismo.
Cuenta el Gobierno con la lealtad del Ejército y de las fuerzas de seguridad pública, y tiene el firme propósito de no permitir, bajo ningún concepto, la menor acción de las hordas disociadoras. Puede el pueblo salvadoreño tener la certeza de que el Gobierno está capacitado para segar todo brote revolucionario; pero espera para ello la cooperación unánime y eficaz de todas las clases sociales, en estos momentos tan graves e inquietantes para el porvenir de la patria.
El actual régimen político se inspira y se seguirá inspirando en la sana intención de dar al país el mayor margen de libertades, y llevar el orden, el trabajo y la capacidad a todas las esferas gubernativas, a fin de que la nación encauce por nuevas rutas su marcha de progreso, y los habitantes puedan, dedicarse tranquilamente al trabajo y a todas las actividades honestas y constructoras.
Por eso lamenta el Gobierno el derramamiento de sangre y las restricciones a las libertades, que se vio obligado a decretar para reprimir las vandálicas actividades comunistas; pero tiene confianza en que una vez el pueblo salvadoreño forme con el Gobierno un solo bloque de defensa, la paz, el orden constitucional y el régimen de libertad volverán a restaurarse, garantizados por la ideología política emancipadora que informa a los hombres del actual Gobierno.
Conciudadanos: El Jefe del Ejecutivo tiene plena confianza en que los salvadoreños, en esta hora de prueba, en que el hogar, la propiedad y la vida de todos los habitantes se encuentran amenazados, sabremos defender con entereza los caros y vitales intereses de la patria.
Vuestro Jefe y amigo
Maximiliano H. Martínez
Sábado 28 de enero de 1932