Carta de José Aricó a Sinesio López [circa 1982]
Querido Sinesio: No sé si felicitarte o no por la decisión de abandonar el periódico. ¿Será un resultado de una decisión personal, o de alguna trapisonda política a la que la izquierda se muestra tan proclive? Espero que sea lo primero, porque en tal caso estaría probablemente vinculada a esa permanente reclamación de tu alter ego, ese paciente, inteligente, abierto al descubrimiento y a las nuevas ideas, no-sectario, etc., etc, investigador que descubrí en Lima y que soportó con notable estoicismo, aunque también con burlona sonrisa dirigida a sus adláteres, mis irreverencias. Como verás por un epílogo que escribí a la segunda edición del Marx y América Latina que saldrá dentro de pocos días en México (editado por Alianza) estoy paradójicamente cada vez menos —y más— «marxista». Apenas esté en la calle el libro te lo enviaré. Es un largo —quizás excesivamente largo— «discorrendo» con mi amigo Franco intentando mostrar por qué es demasiado apresurado tirar a Marx por la borda. Creo que mi etapa futura estará signada por un afán masoquista de no agradar a nadie, pero te confieso que mis frecuentes lecturas de Walter Benjamin me arrastran inconteniblemente a ubicarme en la difícil posición de «iconoclasta», o «fracasado» en la acepción o mejor dicho en la calificación que inteligentemente Hanna Arendt da de este casi ignorado pensador. Si tu vocación por la enseñanza y las lecturas se mantiene incólume te enviaré una fotocopia de un hermoso trabajo sobre Benjamin donde un fulano inteligentísimo que se llama Agamben (o algo así) demuestra, sobre la base de una lectura cuidadosa de Benjamin cómo el materialismo-dialéctico o histórico (mejor) no es el hada que con su varita mágica toca a la rana y la convierte en príncipe (o lo restituye a la condición de tal), sino la princesa que sin saberlo, por amor, o compasión, o lo que sea, [toca] a la rana y esta sorpresivamente se transforma en príncipe. ¿Hermosa la imagen? Todo eso para mostrar que, contra la opinión de Adorno, es Benjamin quien muestra, con profundo rigor filológico, que en Marx no hay la estructuración de la realidad social en «estructura» y «superestructura» que la vulgata marxista —y no solo esta— le asigna como paradigma esencial de su sistema científico. ¿He logrado interesarte? No sé cuándo podré verte, pero me gustaría mucho poder conversar sobre esas y muchas otras cosas. En una de esas resulta posible que consigas alguna institución que esté dispuesta a pagarme el pasaje para ir a visitarlos
—ojo, no a trabajar—. Dudo que exista ese tipo de instituciones que coloque al diálogo y a la amistad como principio de la «rentabilidad» universitaria o académica. Trataré de enviarte algunos nuevos libros, aunque según parece el camino utilizado no ha permitido que lleguen. Enviame la «joyita» que prometiste —el García Calderón— que siempre quise tener. Hasta pronto y un gran abrazo.