Miguel Ángel Asturias

MARIO MONTEFORTE TOLEDO

 

Era un gran lengua, una manera de hablar, una manera de decir las cosas con una riqueza metafórica muy extraña. Daba a las palabras un sentido que no tienen usualmente. Es como una especie de fuerza de la naturaleza que inventa un idioma también. No tenía nada de indio: inventó una lengua metafórica que sabe a ambigüedades antiguas. Era un mestizo del barrio La Parroquia de la capital de Guatemala, un mestizo de la clase media baja del área urbana de aquellos tiempos. Me parece que mientras más editan a Borges, menos le editan a él; su literatura es importante pero no está viva. Su obra es profunda, rural, en el fondo primitiva.

     En mi biblioteca jamás hubo lugar para su trilogía bananera, la leí en su tiempo pero sin mucho interés. La literatura calificada de comprometida no me interesó nunca y hoy me interesa menos. De Hombres de maíz y de El señor presidente sí tuve un par de ediciones.

     Aunque también a su figura habría que agregarle el miedo: Asturias era un miedoso; jamás nos habló de lo que estaba escribiendo. El señor presidente lo escribió rapsódicamente, trabajó partes durante años.

     Con todo, es un libro que responde a un momento de inmensa sorpresa: la inmensa sorpresa de conocer a los de abajo. Le aguanté todas sus debilidades y acabé avergonzado de ser su juez.

 

[J. L. Perdomo Orellana y Gerardo Guinea Diez, Mario Monteforte Toledo Diccionario privado, Terra ediciones / Bancafe, Guatemala, 2002]

 

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