Bitácora electoral 50

EQUIPO DE INVESTIGACIÓN CENTROAMERICANA

 

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La psicopolítica salvadoreña opera a través del influjo ideologizante de las redes sociales atravesadas por la cultura pop y la economía libidinal.

Esto sucede gracias a que la tecnología acelera el proceso de difusión de la información y el mejor postor es quien obtiene la primicia o la apertura mediática para que el espectador y posible consumidor de alguna mercancía o servicio, en este caso, el servicio de la representación y de la administración pública, consume su deseo de ser alcalde o diputado para luego rendirle cuentas a la ciudadanía mientras hace lo que quiere.

Lo psicopolítico del asunto está en el abuso reiterativo de la clase política salvadoreña sobre su población y la docilidad con la que, sin importar las mutaciones de los partidos, dado que unos se desgajan de otros, continúa yendo a votar, a pesar de las traiciones, mentiras y falsas promesas que los distintos personajes carismáticos construyen con demagogia, las elecciones siguen siendo una necesidad construida en la psique colectiva, bajo el emblema de la democracia y el estandarte de la libertad, el voto se abre paso como símbolo de acción política.

 

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Gobernar también implica gobernar las mentes y las creencias de las personas. Hay quienes lo hacen con descaro y hay quienes ocultan que lo hacen.

La política es más que emociones, tiene intérvalos de raciocinio y dudas. Quien gobierna acalla las dudas con publicidad o las aviva con errores.

La sociedad salvadoreña viene del ultraje histórico y repite ciclos de violencia, su fortuna o su periclitar trasciende lo electoral. Los concejos municipales que se formen y las diputaciones que ganen deberán sucumbir a la dinámica psicopolítica o intentar cambiarla.

 

22-2-2021

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