Bitácora electoral 17

EQUIPO DE INVESTIGACIÓN CENTROAMERICANA

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Las elecciones que se realizarán el 28 de febrero próximo tienen algunos significados que vale la pena puntualizar. El ‘ruido’ de la publicidad de los que se están considerando desde ya ganadores (y no están mal encaminados en eso, porque los sondeos de opinión lo están señalando), escamotea aspectos que resulta imprescindible mostrar.

De ahí que no sea ocioso hacer la pregunta acerca de si en este momento estamos en presencia de un emergente grupo de poder que ocupa como buque insignia el partido Nuevas Ideas.

En todo caso, el partido político Nuevas Ideas no es el grupo de poder, es decir, es solo una ‘marca’ (hay otras) que sirve para expresar aquello que hay que establecer si es o no un grupo de poder.

¿Una sola persona puede ser el grupo de poder? De ninguna manera. Quien ahora se sienta en la silla (¿o no se sienta y anda de arriba abajo sin sosiego?) presidencial desde luego que es la cabeza principal (y también una ‘marca’) de ese posible grupo de poder, pero requiere de una armazón o arquitectura de poder para salir avante en las disputas políticas y en las pujas económicas. Esto significa que, si hay un grupo de poder, hay beneficiarios de las prebendas, los privilegios, las dispensas, las concesiones, las puertas giratorias, los sobreprecios en las ofertas gubernamentales, las ganancias extraordinarias y otras clases de regalías que son usuales en este tipo de ‘negocios de poder’.

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Pero sabiendo ya, por investigaciones y estudios enjundiosos realizados en el país desde diversos puntos de vista, cómo han surgido y cómo se han comportado los grupos de poder al menos desde mediados del siglo XIX hasta la fecha, no es ninguna sorpresa lo que está ocurriendo en El Salvador.

La pérdida de hegemonía de los sectores conservadores en 2009, con la derrota electoral de ARENA, tiene más de una conotación. La victoria electoral del FMLN con el plus de la candidatura de Mauricio Funes denotaba que en el electorado activo (o sea, la ciudadanía que asiste a las urnas) se había roto ‘algo’ significativo que tenía que ver con eso que a veces se denomina como anhelos históricos.

Pero la derrota electoral del partido ARENA también daba cuenta de que ‘algo’ ya no funcionaba bien entre quienes venían respaldando desde 1981 a ARENA, de elección en elección, hasta que en 1989, con un candidato presidencial ‘no originario’ (como era Alfredo Cristiani), pero que tenía la característica especial de ser representativo de una articulación empresarial (económica, familiar, política, ideológica), que supo aprovechar el desgaste del PDC durante la guerra y con rapidez se convirtió en su relevo y, todavía más, contra todo pronóstico, se planteó el fin de la guerra y en un corto plazo lo logró. Ese encantamiento, que bien puede leerse como hegemonía (conservadora, en este caso), se debilitó, a tal punto, que este grupo de poder (que estaba dentro de ARENA, pero que tenía su propia plataforma económica) se terminó replegando a sus asuntos empresariales.

Sin embargo, esto no es todo lo que la derrota electoral de ARENA en 2009 mostró. Desde las entrañas del partido ARENA, en la última gestión gubernamental, la encabezada por Elías Antonio Saca, se gestó o fraguó la posibilidad, aprovechando las discrecionalidades con las que cuenta la presidencia de la república, de materializar un grupo de poder, al margen del que manejaba los hilos de ARENA o en paralelo quizá. Lo cierto es que ese proto-grupo de poder se estructuró sabiendo que, al cierre de la presidencia, Saca sería purgado de ARENA, tal y como sucedió, acusado de alta traición. Ahí está el origen de GANA (la comparsa actual de Nuevas Ideas). Este grupo de poder pudo articularse gracias a que se apropió de forma irregular de recursos del Estado. Y entró de lleno al escenario electoral, por un lado, y por otro a desplegar las inversiones que tuvieron como pivote al Grupo Samix (‘contracción de Saca + Mixco’), pero que no se redujeron a eso. También el expresidente Antonio Saca aprovechó el recambio de gobierno de 2009 y se aproximó al nuevo regente, Funes, y también al FMLN. No era una alianza clásica ni siquiera un pacto, sino una convergencia de necesidades, que tenía como objetivo bloquear a ARENA. De hecho, la candidatura presidencial de Saca, en 2014, con el respaldo del PCN, de GANA y del PDC, y los 300 000 votos que obtuvo, fue uno de los factores que posibilitó el pírrico gane electoral del FMLN con la precaria y deslucida candidatura de Sánchez Cerén. Pero como no hay acción sin reacción, cuando menos se lo esperaba, Saca fue aprehendido, acusado por la Fiscalía General de la República de desfalco del erario público, condenado (y reo confeso, para gozar de reducción de pena), y en un par de años estará libre.

También la pérdida de la hegemonía conservadora que la derrota electoral de 2009 expresaba, dio pábulo para que en el campo vencedor se desataran ‘apetitos’ por conformar más de un grupo de poder, distinto al que tenía las riendas del partido político del FMLN. Así, dentro de la cúpula frentista se produjo un sordo cisma al mantenerse de forma autónoma y paralela el proyecto económico denominado ALBA y sus ramificaciones, sin ser controlado por la dirigencia del FMLN. ALBA financiaba algunas cosas del FMLN, pero no se constituyó en la base económica de este partido político.

Y el otro intento de conformar un grupo de poder fue el que quiso estructurar el expresidente Funes, quien se hizo rodear de personajes ad hoc para dicho empeño frustrado (casi todos sus ‘socios’ se encuentran detenidos o colaboran con la Fiscalía). Como en el caso de Saca, este proto-grupo de poder, solo podía articularse si tomaba de forma irregular recursos del Estado.

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¿Hay ya un nuevo grupo de poder que tiene a Nuevas Ideas como Caballo de Troya? Porque ganar unas elecciones presidenciales no es sinónimo de licencia para ser grupo de poder. Un grupo de poder tiene intereses económicos bien definidos y una base o, en su defecto, una fuente de dónde obtenerlos (como en los casos Saca y Funes). El juego político solo es una distracción, el palabrerío y la jerigonza también son distracción de los propósitos reales.

Todo indica que sí hay un nuevo grupo de poder que, al igual que lo sucedido desde 2004 (con Saca y siguientes), necesita de los recursos del Estado para poder construir su base económica (o ensanchar la existente), de ahí el apremio, la urgencia y el frenesí por obtener una mayor cuota de poder político.

20-1-2021

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